Rompiendo fronteras invisibles: El poder liberador de los psicodélicos

Nuestra conciencia común nos hace sentir atrapados en el espacio y el tiempo, como si estuviéramos en una jaula invisible. Los psicodélicos son herramientas que nos ayudan a liberarnos de esas limitaciones, permitiendo que nuestra conciencia se expanda y experimente la realidad de una forma mucho más amplia y libre. Así como el tiempo y el espacio están conectados y pueden variar en la forma en que los percibimos, la experiencia psicodélica nos abre la puerta para sentir esa libertad y fluidez en nuestro propio ser.
Nos sentimos limitados en nuestro espacio físico y psicológico. Toda tensión física no es más que un reflejo de esa falta de espacio, esa contracción de nuestro espacio energético y sutil. Cuanto mejor nos sentimos, menos opresión y tensión experimentamos. La presión y la contracción son la fuente de las enfermedades. Esto tiene su reflejo en cómo nos afecta el espacio tanto interior como exterior. Creemos que nuestros problemas con el espacio son sólo externos, pero en verdad nacen en nuestro interior. Cuanto más nos aferramos a nuestra individualidad, a nuestro ego, menor se hace nuestro espacio, y mayor es la tensión que experimentamos.
El ego representa una limitación irreal de nuestro espacio; es como identificarnos con el aire que está dentro de la botella, sin darnos cuenta que ese aire es exactamente igual al mismo aire que la rodea. El «yo» y «lo mío» nos contrae y tensa en la medida de su magnitud mental, es decir, en la importancia que le damos a las cosas.

 

Atrapados en el tiempo

Como el espacio es a lo físico, el tiempo lo es a la mente. La mente nos atrapa en el tiempo, en ese discurrir lineal entre pasado y futuro que creemos que es la existencia. Cuanto más nos atrapa el tiempo, más enferma la mente, pues el tiempo es una creación de la mente y no una realidad objetiva.
Sufrimos en la medida en que quedamos atrapados en experiencias del pasado que todavía nos condicionan, y siguen presionándonos, impidiéndonos vivir el aquí y el ahora con plenitud. Esta presión nos empuja a ir en busca de un futuro de realización que nunca parece llegar. Nos mantiene en un estado de estrés permanente donde no hay alivio. El presente es la eternidad y la culminación de todos nuestros anhelos; la búsqueda mal entendida nos aleja de aquello que buscamos. La plenitud está aquí y ahora, en el presente.
Toda la dualidad es un reflejo de la dualidad esencial que se establece en lo más interno del ser humano, entre el alma y su fuente, entre la parte y el todo. A partir de este desequilibrio esencial —una percepción de separación— se generan los demás desequilibrios: la mente se polariza y sólo percibe un mundo de elementos separados.

 

Integración de los opuestos y psicodélicos

La integración de los opuestos es la clave para lograr un estado de expansión y crecimiento espiritual. Los psicodélicos pueden ser valiosas herramientas en este proceso, porque nos permiten experimentar la reconciliación de las polaridades internas y acceder a una sensación de unidad. Cuanto más nos alejamos de nuestro centro, menor es la armonía y más polaridades se crean, generando más dolor y sufrimiento. Somos una dualidad buscando la unidad original, pues toda dualidad surge de una unidad primordial. La experiencia psicodélica facilita el encuentro entre los opuestos en un nivel más profundo, en ese centro común donde ambos tienen su origen. Allí se produce la verdadera integración, el poder interior, la relajación, la conciencia y la salud. En la dualidad hay lucha, tensión, disociación, neurosis, psicosis y enfermedad; pero cuando encontramos la integración y la unidad, logramos equilibrio y bienestar.
Las energías (pensamientos, emociones…) que no se reconocen o rechazan, pasan a nuestra «sombra» inconsciente y allí se transforman en nuestros demonios, dando poder a todo lo que allí habita.
Cuando en la alquimia se habla de transformar el plomo en oro, se refiere a transformar los sentimientos negativos o energías densas que residen en el corazón (lujuria, ira, codicia, apego, orgullo) en amor. El amor es el oro filosofal que todo lo cura; las pasiones son el falso oro que tanto nos atrae, pero que en vez de enriquecernos nos empobrece.
Cuando el corazón enmudece, la mente comienza a hablar, toma el control, establece modelos de la realidad que condicionan toda nuestra experiencia, quedando atrapados en la complicada red que ella ha creado.

 

Conciencia y luz

La experiencia psicodélica ofrece una oportunidad única para iluminar el interior y expandir la conciencia, funcionando como un catalizador que nos ayuda a descubrir aspectos profundos y olvidados de nosotros mismos. Cuando hablamos de luz de la conciencia, nos referimos a ese estado de claridad y presencia en el que podemos observar y transformar nuestros sentimientos más antiguos y olvidados.
Durante un viaje psicodélico, la luz de la conciencia puede revelarse con mayor intensidad, permitiendo ver con mayor claridad aquellas partes de nuestro ser que normalmente permanecen ocultas, como viejas heridas emocionales o patrones inconscientes. Esta luz nos ayuda a desprendernos de bloqueos interiores y a liberar recursos psíquicos que estaban atrapados, abriendo nuevas formas de ver y sentir la vida.
Los psicodélicos ponen en evidencia que la conciencia no es solo racionalidad: conectan al Self o Yo Superior, un aspecto más profundo y completo de nuestro ser, y nos muestran que el análisis mental por sí solo no basta para conocernos plenamente. Los caminos místicos y la experiencia psicodélica coinciden en este punto: para que surja la luz de la conciencia, es necesario detener el flujo de pensamientos y rendirse a la experiencia del presente. Desde esa quietud, la mente se ilumina y encuentra respuestas genuinas a sus problemas, revelando las necesidades y deseos más profundos que yacen bajo los conflictos cotidianos.
El verdadero encuentro consigo mismo puede intensificarse notablemente en estados psicodélicos, facilitando el acceso a la “sombra” psicológica y promoviendo la autoaceptación y la integración de todas nuestras partes separadas en nuestro interior. Al conectar con nuestro chamán interno —esa parte sabia y reguladora de nuestro ser— gracias a la expansión de conciencia propiciada por los psicodélicos, podemos vivir el aquí y ahora con mayor plenitud, y desde esa armonía brotan la salud y la felicidad.

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

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