Todos estamos inmersos en una maraña de creencias y costumbres que repetimos mecánicamente sin plantearnos de dónde vienen, desde cuándo, y si realmente sirven para algo. Tanto las religiones como los diferentes sistemas sociales han establecido ciertos parámetros por los cuales se rigen las vidas de infinidad de personas en cualquier parte del mundo. Algunas de estas creencias introyectadas en nuestra psique crean conflictos internos que nos pueden ocasionar una sensación de continuo malestar. Estas creencias nos hacen sentirnos enjaulados en nuestra propia psique ocasionando lucha, contradicción y dudas.

Hasta que estas creencias no son desmanteladas o transformadas muchas personas viven en un estado permanente de conflicto que les imposibilita vivir la vida con plenitud y libertad.  Muchas de estas creencias nos alejan de una vida natural más armónica y saludable. Estas creencias están tan arraigadas dentro del inconsciente que nadie se suele replantear si quiera su existencia y piensan que las cosas son así y punto.

Podemos encontrar cientos y cientos de estas creencias que se manifiestan en un infinito abanico de costumbres y hábitos. Desde las formas de vestir y comportamiento a la gastronomía, las fiestas religiosas y laicas u otras celebraciones populares. Por ejemplo, ¿Cuántas personas se sienten mal por no poder celebrar su cumpleaños o no poder asistir a la cena de Navidad?

Si indagáramos más en estos ejemplos, descubriríamos que festejar los cumpleaños es una celebración que sólo se realiza en ciertas partes del mundo y no desde hace tanto tiempo como creemos. Egipcios, griegos y romanos sólo celebraban los cumpleaños de dioses, nobles y gobernantes. Al ser una costumbre pagana, los cristianos no celebraron los cumpleaños hasta el siglo IV. Todavía hoy día existen varias culturas en las que no se celebran los cumpleaños. E igualmente, aunque no es fácil seguir la pista al origen de la Navidad, todo apunta a que sus raíces se remontan a la fusión de ritos chamánicos y la adoración del dios Mitra, divinidad persa del sol, (también conocida por los Romanos como Mitras). Se dice que Mitra nació en una cueva donde los pastores vinieron a rendirle culto asegurando que Mitra era el hijo de dios. El cumpleaños de Mitra se llevaba a cabo cada año el 25 diciembre y es a partir del siglo IV que el nacimiento de Jesús no se celebró hasta esas fechas haciéndolo coincidir con el solsticio de invierno. ¿Te resulta familiar esta historia?

 

Somos animales de costumbres

La exagerada importancia que se le dan a ciertas costumbres nos muestra lo atrapadas que están muchas personas y la poca libertad de que realmente disfrutan. La mayoría de personas rigen su vida por una ecuación: “si no hago esto que hace todo el mundo yo no soy como los demás y eso no es bueno”, y bajo este parámetro se han ido estructurando la gran mayoría de sociedades a lo largo de la historia. Así las creencias actúan como programas que dictan como han de hacerse las cosas y modelan nuestras costumbres. Si esto partiera de una base natural y con sabiduría, sin duda estas programaciones enriquecerían nuestra vida, pero la realidad es que no es así.

De hecho esto no sólo lleva a perpetuar costumbres y creencias, sino lo que es más grave, se intentan defender e imponer a toda costa: Fronteras, imperialismos, guerras, dictaduras, genocidios y toda clase de atrocidades cometidas por la humanidad. El resultado es que  el que no actúa igual que nosotros se convierte en un enemigo.

Entonces ¿De dónde vienen estos patrones? El ser humano, aún sigue siendo un «bebé» en el proceso evolutivo. Como humanos todavía no sabemos manejarnos con las emociones, los instintos, los pensamientos y, además, desconocemos las inmensas capacidades que poseemos como seres humanos. Somos como críos que aún no se conocen en profundidad y, que necesitan imperiosamente la aprobación de los demás. En base a esta necesidad, somos engañados por otros que nos programan a su antojo siguiendo sus propias creencias y conveniencias.

 

Despidámonos del sistema del absurdo

Así funcionan los sistemas imperantes, inculcando creencias, valores, leyes y todo tipo de imposiciones para que todo funcione a su antojo. Si bien es cierto que sin estos patrones parecería que todo sería un caos, esto no sería así si todos los individuos fuera realmente sujetos responsables y respetuosos con el prójimo: Individuos que supieran vivir realmente en libertad y en paz.

Como ya expresó C. G. Jung vivimos en una sociedad totalmente neurótica, somos el propio producto de la sociedad: individuos altamente neuróticos en un estructurado mar de absurdos conflictos que se perpetúan generación tras generación. Y es nuestracreencias tóxicas como la fiesta de cumpleaños responsabilidad darnos cuenta de ello, y actuar con sabiduría despertando de esta neurosis colectiva, actuando desde el corazón, celebrando cada día el milagro de la vida. Eliminemos de nuestra vida todas las creencias tóxicas que limitan nuestra libertad. No hace falta que nos impongan un día de la madre, un día del padre, un día de mujer, un día del trabajador, un día de los enamorados, etc. Actuemos con conciencia y rompamos con todos los esquemas que nos dicen que tenemos que hacer, pensar o sentir. Seamos libres de compartir o no, según lo sintamos desde dentro, y no por la aprobación de los demás. Si todos nuestros actos surgen del amor, todos serán actos desde la libertad y no por imposiciones de una sociedad neurótica.

 

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

 

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