Set and Setting
Cualquiera que haya tenido una experiencia desagradable con psicodélicos estará de acuerdo en que un lugar acogedor y bien preparado junto con alguien que cuide de uno durante ese trance es algo que puede salvarle de pasar una de las experiencias más terribles de su vida. Así, en el contexto adecuado y la presencia de un experto o guía se puede transformar la experiencia en una vivencia llena de valiosos aprendizajes y crecimiento personal. Incluso lo que comúnmente se llama mal viaje puede resultar ser una enriquecedora experiencia.
Se trata de un viaje hacia el interior de uno mismo, hacia espacios sutiles y profundos del inconsciente y el alma humana. Para ello, debemos tener muy en cuenta lo que se denomina el «set» (predisposición y preparación) y el «setting» (entorno y contexto) del viajero.
Esto se logra a través de la implementación de los Cinco principios de reducción de daños, que pueden ayudarte a mejorar y sacarle mayor provecho al viaje con psicodélicos.
1. Información
Cuando se va a consumir sustancias enteógenas o psicodélicas es conveniente tener una información previa de lo que se va a realizar. Conocer personas que hayan vivido experiencias con enteógenos es de gran ayuda y una posible referencia. Pero hay que tener muy en cuenta que tanto físicamente (nivel bioquímico, neurológico, etc) como psicológicamente (nivel emocional y mental) cada individuo es único, y los psicodélicos sólo activan lo que existe en ese interior único de cada individuo. Lo ideal es conocer a un experto que oriente al neófito y verifique que no existe ninguna contraindicación para poder pasar por tan intensa experiencia.
Documentarse en temas acerca de chamanismo, etnobotánica, desarrollo personal, psicología, antropología, mitología, simbolismo, religión y filosofía, resulta de gran ayuda para saber qué se pretende y qué es lo que se puede encontrar. Después, durante la experiencia, los datos en la mente no serán relevantes, ya que de lo que se trata es de trascender la mente, pero estar bien informado nunca está de más. De hecho adquirir determinada información puede favorecer la sensación de seguridad durante la experiencia psicodélica, mientras no produzca unas exageradas expectativas sobre cómo ha de transcurrir la experiencia.
2. Intención del viaje
Es muy importante tener una intención o propósito bien definido al acceder a la experiencia con enteógenos. De no ser así se puede ir a la deriva, sin rumbo y sin que se experimente algo realmente significativo. Sin propósito es muy común perderse en divagaciones y sinsentidos. Este propósito es una orientación previa, una vez empezada la experiencia sólo hay que fluir y no intentar dirigir o controlar lo que suceda. El propósito o intención del viaje se mostrará tarde o temprano como una intuitiva revelación o sensación de resolución de algún conflicto interno. Aunque resulte paradójico, se trata de definir un objetivo pero sin hacerse expectativas de ningún tipo.
Se necesita una firme determinación de responsabilizarse de uno mismo y tener una actitud de valor, voluntad, inquietud, deseo de búsqueda, trascendencia y evolución. Hay que tener muy claro que la decisión de experimentar con enteógenos es personal y no ha de ser el resultado de influencias de terceros.
Por otra parte, se debería evitar una definición previa demasiado estricta de la experiencia, ya que a la larga sólo puede influir sobre la trayectoria del viaje con erróneas expectativas. Esta incapacidad para alcanzar un objetivo rígidamente establecido terminará por resultar innecesariamente frustrante y desalentadora.
3. El contexto adecuado
Se trata del entorno en el que se dan las condiciones idóneas para el desarrollo de la experiencia; el lugar adecuado, la compañía idónea e incluso la elección del día más favorable. Son importantes todos los elementos y herramientas que favorezcan todo el proceso del viaje y esto se presenta, generalmente, en un contexto ritual, en una sesión de terapia psicolítica o una sesión de terapia psicodélica. Ambas se convierten en un rito iniciático o de tránsito, que cataliza el viaje interior. Éste debe afectar al individuo en todos los niveles del Ser y su relación con el mundo. Por tal motivo, el contexto ceremonial resulta ser el más idóneo para tener experiencias con plantas maestras. Dentro de un ámbito ceremonial se tienen en cuenta gran cantidad de elementos que influyen poderosamente en la experiencia.
Así, ha de tenerse en consideración el lugar y el momento adecuados, la iluminación, la música, e incluso también la disposición astrológica como influencia para la sincronización con el cosmos y la naturaleza, como ocurre, por ejemplo, con los solsticios y equinoccios solares. Si el lugar donde va a transcurrir el ritual se tratase de un lugar de poder en el que ya se han realizado ceremonias, estará bien preparado y cargado con energías específicas para el propósito del mismo. Hoy en día se está prestando más atención a los rituales. Esta es una tendencia comprensible porque los rituales se han usado para la sanación o la trascendencia desde tiempos inmemoriales desempeñando un papel fundamental en el desarrollo de todas las culturas.
4. Estado de la persona
En la mayoría de las ceremonias que se realizan con plantas sagradas se requiere que el participante previamente haya depurado su cuerpo con una dieta específica o ayuno. Los chamanes recomiendan además purificarse y prepararse emocional y mentalmente.
Si se padece alguna psicopatología, cardiopatía, glaucoma u otra enfermedad severa es seguro que la ingesta de una sustancia psicotrópica no sea muy recomendable, incluso puede ser contraproducente y empeorar la salud. Igualmente si se ingieren determinados medicamentos (antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos, sedantes, etc) pueden influir negativamente impidiendo que el proceso sea el más óptimo con los enteógenos.
La preparación emocional se basa en estar muy abierto y permitirse sentir y experimentar todo lo que pueda surgir en uno. Aunque es muy lógico sentir miedo ante una experiencia a lo desconocido, una actitud receptiva y llena de confianza en el proceso y todo lo que lo rodea hará que todo se desarrolle en perfecta armonía. Es necesario saber estar serenos y tranquilos ante las intensas emociones que emergen con los psicotrópicos.
Para la preparación mental lo idóneo es dejar atrás los pensamientos rígidos y limitantes. Estar dispuestos a que nuestras estructuras mentales cambien para propiciar una auténtica transformación. Se ha de estar dispuesto a cambiar de paradigmas y no tener expectativas. Hay que tener en cuenta que una experiencia difícil no es lo mismo que una mala experiencia. La actitud mental que uno tiene con respecto a este tipo de experiencia es fundamental. El miedo (el temer que uno puede sumirse en un mar de desconcierto o desesperación) y la frivolidad (el restar importancia a la experiencia presuponiendo que uno es suficientemente fuerte o preparado como para que el dolor o desconcierto no le alcance) son ambos un posible indicador para un mal viaje con psicotrópicos.
Es recomendable abrigar una clara intención de trascender nuestra zona de confort para conectar con nuestra parte más pura y sagrada. El ego siempre se resiste y se aferra a la estabilidad o aparente seguridad de lo conocido y tangible. En esta sociedad industrializada lo sagrado es ignorado, está totalmente desprestigiado y forma parte de lo desconocido para la mayoría de las personas, y esto mismo contribuye a alimentar nuestra resistencia a trascender la realidad cotidiana.
Así, para la preparación espiritual, el hecho de creer en algo superior o sagrado, independientemente del credo o filosofía que sea, ayuda a traspasar muchas barreras y alcanzar una mayor comprensión y nivel de profundidad en la experiencia con los psicotrópicos. Ciertos valores, aptitudes y cualidades se convierten en la brújula o «hilo de Ariadna» hacia la trascendencia. Aunque también hay que tener en cuenta que algunos dogmas religiosos son ideas extremadamente limitantes e incluso contrarias a lo que se busca en una experiencia con enteógenos.
5. El guía
La persona que guía la ceremonia puede ser un orientador de la experiencia, un cuidador, un sanador, o las tres funciones al mismo tiempo, dependiendo del tipo de trabajo que se busque. A través de él se canalizan ciertas energías para que en la ceremonia se alcance un nivel vibratorio específico. Por lo general y según lo que se esté buscando, puede tratarse de un chamán, un terapeuta, un psicólogo, un facilitador, un maestro de ceremonias, o un sacerdote.
El guía ha de contar con una serie de herramientas para la orientación y desarrollo óptimo del proceso de los participantes. Su cometido es ayudar al viajero en los momentos críticos y ha de estar capacitado para cualquier tipo de eventualidad, como cuando en ocasiones un participante experimenta un mal viaje. También se asegurará de que los participantes entienden de antemano que él está allí sólo para ayudar y que se ha de confiar plenamente en él.
Entre sus capacidades ha de estar la de saber desenvolverse en todos los niveles que se están activando. Incluye desde el físico a los niveles más sutiles e invisibles. Esto vendrá dado por su desarrollo personal, tanto en el ámbito energético como de conciencia y se puede ver reflejado en ciertas cualidades como su ética, tolerancia, humildad, compasión, conocimientos que muestra e incluso en su sentido del humor.
El guía es la expresión de la ceremonia, es la voz de los que en ella participan. Es importante que su proceder sea impecable, ya que la gente tiende, por naturaleza, a imponer perspectivas personales y sociales a cada nueva situación, ya sea por exceso de conocimientos o por ignorancia. Por eso el guía ha de ser una persona capacitada en la cual es depositada toda la confianza de los participantes para el mejor desarrollo posible de la misma.
JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO