Una antigua leyenda india cuenta cómo cuando los dioses batieron el océano de leche para obtener amrita, el néctar divino, lo que obtuvieron fue cannabis, denominado bhang en sánscrito. Los demonios trataron también de conseguirlo pero fracasaron en su empeño, por lo que los dioses le dieron al cannabis el nombre de vijaya (victoria). Desde entonces, los hindúes creen que confiere poderes extraordinarios o shidis a quien consume la planta.
Antiguos usos del cannabis
En 1997 se encontró en Checoslovaquia una tira de cáñamo que se remonta al año 26.900 a. C., convirtiéndose así en el objeto más antiguo conocido asociado con el cannabis. Desde aquellos tiempos el cáñamo ha desempeñado un importante papel en el desarrollo de la humanidad. A lo largo de la historia su relevancia comercial, medicinal y espiritual ha sido enorme.
En el antiguo texto del Arthavaveda, el cáñamo es descrito como una poderosa planta que «nos libera de la ansiedad». Durante siglos, este regalo divino fue utilizado en India como medicamento para erradicar una gran variedad de dolencias y enfermedades: como analgésico, para combatir el insomnio, contra las enfermedades venéreas, la tosferina o la tuberculosis. Diversos preparados enteógenos, que incluían también cannabis y datura, eran consagrados a los dioses en la antigüedad, concretamente a las divinidades de Shiva e Indra. Shiva era nombrado por ello con frecuencia como «Señor del bhang». El cannabis se sigue utilizando actualmente en India como embriagante sagrado, especialmente por los sadhus u «hombres santos» que se dedican exclusivamente a la vida espiritual meditando, haciendo yoga y llevando una vida ascética.
El uso del cannabis en el antiguo Egipto está documentado desde el año 1.300 a. C. Existe un gran número de textos egipcios antiguos que mencionan el uso del cannabis en sus rituales y prácticas médicas, incluyendo el Papiro Ebers y el Papiro Berlí. Según Diodoro Sícolo, un historiador griego nacido en Sicilia, las mujeres egipcias usaban el cáñamo como una medicación para aminorar el dolor y los humores dañinos. También se halló polen de cáñamo, datado en el año 1213 a. C. sobre la momia de Ramsés II. Investigaciones posteriores han demostrado la presencia de polen de cáñamo junto a todas las momias reales.
Los asirios en el siglo IX a.C. emplearon el cannabis como incienso para alterar las percepciones y aliviar penas y dolores. En el Zend-Avesta del 600 a. C. se menciona una resina embriagante, se trata del hashish extraído del cannabis. El historiador griego Herodoto escribió acerca del uso que hacían los escitas de la región del Mar Muerto del cannabis: «En una estructura hecha con tres palos que se unían por la parte superior, extendían trozos de lana. Dentro de esta tienda ponían un recipiente con piedras calientes. Luego cogían algunas semillas de cáñamo, entraban en la tienda, y tiraban las semillas sobre las piedras calientes. De repente empezaban a soltar humo, que daba un vapor no superado por ningún baño de vapor de los que podemos encontrar en Grecia. Los escitas lo disfrutan a tal extremo que aúllan de placer.»
Los taoístas utilizaban el cannabis como herramienta visionaria quemándolo junto a otros ingredientes a modo de incienso. También se consumía mezclado con ginseng para adquirir poderes oraculares y predecir el futuro.
Los tibetanos también consideraban sagrado al cannabis. La tradición budista mahayana sostiene que durante los seis pasos de la vía ascética que conducen a la iluminación, Buda vivió a base de una semilla de cannabis al día. En la tradición del budismo tibetano se sigue usando el cannabis como parte integrante en los ceremoniales tántricos y para alcanzar determinados estados meditativos. Incluso hoy en día los maestros tibetanos siguen dando cierto tipo de bendiciones a través de semillas de cannabis.
En la Europa del este se han encontrado evidencias del uso del cáñamo como sustancia visionaria fumada en yacimientos arqueológicos que datan del tercer milenio a.C. En excavaciones realizadas en Pazyryk, en la zona sur de Siberia, se han encontrado artilugios semejantes a los descritos por Heródoto tal y como los empleaban los escitas del Mar Muerto.
El filósofo Demócrito describe una mezcla conocida como potamaugis que consistía en una combinación de vino, marihuana y mirra, que se dice producía visiones y alucinaciones. Ya en el siglo I de nuestra era el médico Dioscórides registró el cannabis en su farmacopea, la hoja se prescribía comúnmente como remedio para las hemorragias nasales y las semillas se utilizaban para tratar dolores de oído e inflamaciones. Al igual que con la arquitectura y la religión, los romanos adoptaron la marihuana con agrado.
Ya en la Europa del medioevo el uso del cannabis estaba prácticamente restringido a los herederos del chamanismo: las brujas y curanderos. Las brujas solían crear poderosos ungüentos visionarios a base de cáñamo, acorus calamus, y otras plantas de la familia de las solanáceas como la datura stramonium, la mandrágora o el beleño negro.
Expansión del cannabis en el mundo
El uso del cannabis se extendió por distintas áreas del Nuevo Mundo, pero salvo unas pocas excepciones, la planta no ha penetrado significativamente en las ceremonias y creencias religiosas nativas del continente Americano. Existen excepciones como en los casos de México, Panamá, Jamaica o Brasil.
Ya se ha demostrado que el cannabis llegó a tierras mexicanas en tiempos virreinales. Al parecer fue Pedro Cuadrado en 1530 el primero en introducir la planta del cáñamo en tierras mexicanas a petición del conquistador español Hernán Cortés, quien pretendía levantar la economía de la destruida Tenochtitlán. Ya que en aquella época, su uso estaba muy extendido para ser cultivado y aprovechado como fibra. Pronto, los pobladores indígenas —quienes ya tenían una ancestral experiencia en el uso de plantas psicoactivas— integraron el cannabis a sus prácticas religiosas y medicinales. Este tipo de ritos y curaciones fueron prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición, debido a que se consideraron como acciones supersticiosas o hechicerías que transgredían la santa fe católica. Existen numerosos ejemplos del uso del cannabis como el caso de los indios tepecanos del noroeste de México emplean el cáñamo, al que llaman Rosa María, cuando no pueden conseguir peyote. En algunos estados de Veracruz, Hidalgo y Puebla lo usan bajo el nombre de Santa Rosa y, aunque la ceremonia contiene muchos elementos cristianos, la planta es adorada como una deidad de la Tierra. También los indios cora de la Sierra Madre Occidental utilizan el cannabis en sus ceremonias religiosas. El nombre más extendido en México para la marihuana es el de mota.
En el caso de Brasil, se cree que las primeras semillas que hubo, fueron introducidas por los esclavos negros procedentes de África. Su uso fue creciendo y extendiéndose, hasta calar e integrarse en algunos de los múltiples contextos religiosos del Brasil contemporáneo, donde todavía conserva nombres de origen africano: liamba, maconha o fumo de Angola. El cannabis es utilizado tanto en algunas ramas del candomblé o la macumba, la religión afro-brasileña, así como en algunas escisiones del Santo Daime, en las cuales se consume el cannabis junto con la ayahuasca. Uno de los apelativos de la planta es fumo de caboclo, y refiere su origen a la tradición de los viejos hechiceros, –caboclos o mestizos– de la floresta, quienes todavía la usan en sus rituales para comunicarse con sus ancestros o elaborar medicinas.
Los rastafaris de Jamaica usan ceremonialmente el cannabis o ganja, denominándolo como «pan de cordero», «alimento para el espíritu» o «la hierba de la sabiduría», porque revela la verdad que está oculta y se llega a la unión mística con Jah, nuestro ser superior. Este culto rastafari procede de Etiopía, donde los primeros cristianos coptos adaptaron sus ceremonias religiosas con el uso ancestral del cannabis. Según cuenta una antigua leyenda, se consume como sacramento porque una planta de cannabis creció en la tumba del rey Salomón, y los rastafaris interpretan que determinados salmos bíblicos legitiman su empleo para el desarrollo espiritual de la persona.
En África el cannabis era conocido comúnmente como dagga: los pigmeos, hotentotes y zulúes la utilizaban en sus ceremonias religiosas y como poderosa medicina contra todo tipo de enfermedades. La evidencia más temprana de fumar cannabis en África fue encontrada en Egipto proveniente de Etiopía en el siglo XIV, en una excavación se encontraron dos tazones con una pipa de fumar de cerámica. En muchas partes de África oriental, sobre todo cerca del Lago Victoria, el culto al consumo de cannabis y rapé de hachís todavía existen. En el sur de África central, la marihuana es considerada sagrada y está conectada con muchas costumbres religiosas y sociales. La marihuana es considerada por algunas tribus como una planta mágica que ofrece una protección contra todos los infortunios de la vida, y es considerada también como un símbolo de paz y amistad. Ciertas tribus consideran la utilización del cáñamo como un deber.
JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO
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