LA EXPERIENCIA DE TRANCE O VIAJE HACIA UNO MISMO

LA EXPERIENCIA DE TRANCE O VIAJE HACIA UNO MISMO

Éxtasis o trance chamánico

Las técnicas que nos inducen al trance suelen favorecer la trascendencia momentánea de la visión dual del ego, alterando nuestras percepciones y modificando la conciencia hacia otros niveles más profundos y sutiles. Con el trance chamánico rompemos la frontera entre lo tangible y lo intangible, entre lo profano y lo divino. La alteración del estado ordinario de conciencia constituye la esencia del trance o éxtasis, dependiendo del nivel de profundidad y disolución del ego que se alcance en la experiencia. La palabra «trance» proviene del francés transe, de transir, y ésta, a su vez, del latín transire, que significa «pasar de un lugar a otro.” Y la palabra «éxtasis» procede del término griego ektasis, que significa “desplazarse, alejarse de los sentidos”.

Por lo tanto, podemos considerar al trance y al éxtasis como el paso de un estado ordinario de la conciencia a otro diferente. Resultando una incursión en lo desconocido  y oculto de la naturaleza –tanto en el mundo interno como externo–, pudiendo alcanzar los más profundos y sutiles niveles de lo sagrado o numinoso conocidos como trance extático o éxtasis místico. Michael Harner, en su clásico libro Alucinógenos y chamanismo, define como uno de los aspectos más típicos de la experiencia chamánica el cambio a otro estado de conciencia: el trance, durante el cual el chamán siente como si hubiera emprendido un viaje.

Por medio del trance se descubre un mundo diferente, que no es ni privado ni limitado, sino transpersonal y lleno de significado: un mundo extraordinario y sagrado. A través del trance uno se desliga del tiempo ordinario y discursivo y accede al Gran Tiempo, el tiempo de los orígenes, considerado por las tradiciones como sagrado. Toda incursión o manifestación de lo sagrado es una hierofanía, como son las experiencias de carácter extático o místico.

Al trance debemos considerarlo como un despertar a otro nivel de la realidad, es una ampliación de la conciencia o, dicho de otro modo, un enfoque o desplazamiento focal de la conciencia. Será nuestra preparación y entrenamiento lo que nos posibilitará el estar plenamente conscientes durante la incursión a esa realidad que permanecía invisible. En los trances de posesión y los mediúmnicos no se suele estar consciente y sólo ocasionalmente se suelen recordar posteriormente. Muchos de estos casos, en los que el individuo no es consciente de lo que ocurre en el trance se consideran estados patológicos.

 

Tecnologías del trance chamánico

El trance es un «despertar», una trascendencia de ceguera ejercida por el ego dormido, que nos descubre otros aspectos del mundo, infinitamente más amplio. La conciencia se expande durante el estado de trance, intentando llegar al origen del mundo: nuestro propio origen. Nos brinda la oportunidad del renacimiento. Después de una profunda experiencia extática, nunca más volveremos a ser como éramos antes. Encontrar nuestras más profundas y verdaderas raíces nos dota de un gran sentido acerca de nuestra vida; sabemos de dónde venimos y a dónde vamos. Nos sentimos fluir con el universo, nuestra vida empieza a organizarse como si encajara en un plan más amplio. Para un chamán, habremos «recuperado nuestra alma».

Los chamanes y místicos cuentan con un gran conjunto de recursos para permitir el acceso a esa otra realidad del trance por medio del ayuno, la privación del sueño, la fatiga, la danza, la música, el canto, las temperaturas extremas, las plantas de poder o el dolor extremo. En muchos casos, el chamán utiliza la combinación de varias técnicas. En el proceso de autopoiesis que yo ofrezco, usamos la respiración chamánica o aliento vital para alcanzar el trance consciente.

El ego siempre busca experiencias «light», que no supongan esfuerzo, y el trabajo con trances y catarsis requiere de una considerable motivación y coraje. Es el camino del héroe que se adentra en lo desconocido. La mayoría de las filosofías y psicologías de la «Nueva Era» ofrece modos de seguir más cómodamente en el sueño del ego y enseñan cómo sentirse mejor dentro de la ilusión de la vida, mientras que las disciplinas autenticamente espirituales enseñan cómo atravesar ese sueño aunque suponga algún esfuerzo.

 

El vuelo del alma

La noción de existencia de un principio vital que trasciende al cuerpo es fundamental en todas las culturas ancestrales. La existencia de un alma y su vida después de la muerte es la base de toda filosofía espiritual tradicional. Donde quiera que exista una creencia en el alma, se encuentra también la noción paralela de que el alma se puede separar del cuerpo –y del ego–, y de que tiene independencia propia.

La experiencia de estar fuera del propio cuerpo físico puede manifestarse en todos los estados alterados de conciencia. En el mundo existe un consenso bastante generalizado sobre la apariencia del alma o espíritu. La palabra latina para «alma», anima, viene del griego ánemos: viento. Y la palabra «espíritu» procede del latín spiritus, que también significa viento.

En la experiencia extática de la ascensión, se equipara la salida del alma con el vuelo. Para que el vuelo sea posible no ha de existir «carga» alguna. Todos nuestros apegos al mundo terrenal constituyen una carga o lastre que implica un vuelo difícil o ni siquiera poder «despegar». En la medida en que nos libremos de la carga de los deseos, apegos y creencias limitadoras, que son la base estructural del ego, podremos alcanzar mayor profundidad y sutileza en el estado de trance.

Con la respiración chamánica purificamos todo lo que no nos sirve y lo empleamos como «combustible» para mantener el estado de trance. Así despertamos del sueño de Matrix (metáfora cinematográfica sobre la ilusión de la realidad) y podemos profundizar en nosotros mismos, alcanzando nuevos niveles de conciencia y apreciación del mundo. El alma vuela en su propio terreno.

Para acceder a los niveles más sutiles y sagrados de la naturaleza, la llamada ascensión a las regiones celestes, se ha de efectuar una mutación ontológica en el ser humano. El vuelo o viaje –el trance– constituye un acto de trascendencia de la condición que consideramos «normal» o profana del ser humano. El místico cristiano San Juan de la Cruz escribió cómo, cuanto más se aparta el hombre de las cosas terrenas, tanto más se acerca a las celestiales y más allá en Dios. Cuando percibimos la otra realidad detrás de la aparente, el mundo simbólico se nos hace accesible.

 

El mundo simbólico

Los trances chamánicos con respiración consciente ofrecen una aproximación simbólica o arquetípica a la experiencia interna. Aportan un contexto más amplio para el crecimiento y evolución personal. De ahí los mitos y símbolos de tantas culturas que establecen un puente entre el mundo interno y externo. El arquetipo del héroe que ha de superar determinadas pruebas es cada una de las personas que habitan el mundo.

El Libro de los muertos egipcio muestra el simbolismo del alma-ave como un halcón. El simbolismo del alma-ave nos remite a la transición entre la materia y el espíritu. Nos transmite la cualidad de ligereza, de aligeramiento y de libertad. El alma-ave que surca el aire, el inmenso espacio inhabitable que tan sólo puede ser transitado, siendo la esencia del movimiento constante, del viaje infinito hacia lo más elevado de la existencia. El elemento aire nos impele a la infinidad de rumbos. Constituye un símbolo inigualable de libertad. Lo multidireccional analógicamente se puede equiparar a lo multidimensional. Y la fuerza que nos mantiene en el aire es el poder de la voluntad. Un ejercitar constante de la voluntad y atención plena, de recordarnos quiénes y qué somos nos mantendrá en vuelo y nos dotará con una dirección correcta. Esta fuerza de voluntad que supera la «fuerza de la gravedad», es la fuerza del espíritu.

Otro ejemplo simbólico es Quetzalcoalt, «la serpiente emplumada» que simbolizaba para los aztecas precolombinos la trascendencia del mundo horizontal, terrestre o profano de la serpiente hacia el mundo sutil y vertical de elemento aire, representado por las plumas de un pájaro. El destino de la evolución humana es el sendero de la trascendencia hacia el mundo espiritual, como ya apuntaban los aztecas, era el de convertirnos en Quetzalcoalt.

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

LIBROS PARA PSICONAUTAS

El camino del psiconauta - Stanislav Grof

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Guía del explorador psicodélico

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PLANTAS MAESTRAS. Guía de uso de enteógenos

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ADICTOS A LA DOPAMINA | DESCUBRE CÓMO TE AFECTA Y QUE PUEDES HACER

ADICTOS A LA DOPAMINA | DESCUBRE CÓMO TE AFECTA Y QUE PUEDES HACER

Dopamina, la molécula del placer

Ciertas investigaciones científicas realizadas con monos Rhesus muestran que la región del cerebro conocida como la corteza prefrontal se estimula rápidamente cuando ocurre algo que consideramos muy importante para nosotros o simplemente esperamos que ocurra algo positivo, lo cual produce la liberación de una sustancia generadora de placer llamada dopamina. La dopamina la podemos definir como un mensajero químico, un neurotransmisor, que se encarga de regular la motivación y el deseo y hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer. Liberamos dopamina para conseguir algo bueno y evitar algo malo.

Sin embargo, el cerebro humano actúa de forma muy distinta cuando se trata de la toma de decisiones conscientes. Cuando elegimos conscientemente un objeto o una tarea en lugar de otra, se estimula una parte del cerebro completamente distinta. Por ejemplo, cuando los investigadores hicieron un seguimiento de la actividad cerebral en personas que estaban haciendo la compra en un supermercado, descubrieron que la zona que mostraba una mayor actividad era la corteza parietal, no la corteza prefrontal.

El problema reside en que la dopamina actúa con tal rapidez que sus efectos pueden sentirse de forma inmediata, pero los procesos de toma de decisiones que tienen lugar en la corteza parietal no conducen a una inyección inmediata de placentera dopamina. Esto hace que la corteza prefrontal, con sus inyecciones de dopamina, sea la más influyente de estas dos áreas del cerebro, influyendo considerablemente en nuestro comportamiento y no siempre para nuestro bien.

 

Así nos va

Esta búsqueda de gratificación instantánea, a menudo es para nuestro perjuicio, porque la corteza prefrontal puede hacernos propensos al comportamiento adictivo. Considera cuán frecuentemente adoptamos comportamientos destructivos como fumar, beber alcohol, comer en exceso o hacer cualquier cosa en exceso, aun sabiendo que son dañinos a largo plazo. La parte del cerebro que busca el placer inmediato está anulando a la parte del cerebro que tiene la habilidad de sopesar las consecuencias y tomar las decisiones más adecuadas.

Lo peor del asunto es que todo el dinero, el tiempo y el esfuerzo que gastamos en satisfacer la parte del cerebro que busca el placer no sirven de nada. Nunca habrá suficiente dinero, suficientes smartphones, suficientes videojuegos, suficiente comida, suficiente sexo, ni suficientes drogas para que nos sintamos verdaderamente satisfechos. El mundo de la publicidad y el marketing sabe bien este hecho. Nuestra única oportunidad de cambiar para mejor es alejarnos lo suficiente del activador de la dopamina para que podamos ver el cuadro completo. Sólo cuando buscamos otra perspectiva para ver las otras opciones, podemos alejarnos de los «chutes rápidos» y la gratificación instantánea.

Nuestra búsqueda incesante del placer o gratificación a cualquier precio está destruyendo nuestros cuerpos, nuestras relaciones y nuestros bolsillos, y está causando estragos en el mundo en que vivimos. Somos tan adictos a la gratificación rápida y temporal, que no estamos siendo capaces de sopesar las consecuencias de nuestras acciones sobre nosotros mismos y nuestro medio ambiente.

 

El momento ha llegado

Hasta que la demanda del consumidor no disminuya, los proveedores -traficantes del ego- seguirán dispuestos a intervenir y enseñarnos todo su muestrario de gratificantes golosinas instantáneas. El primer paso para salir de este círculo vicioso tiene que empezar con un cambio en la forma que tenemos de pensar. Para realizar este cambio de perspectiva lo más recomendable es disfrutar del momento presente tal cual es, sin intentar cambiarlo como si huyéramos de esta realidad y confiar en el futuro, esta actitud nos proveerá de unas decisiones adecuadas y que con el tiempo nos proporcionarán grandes beneficios.

Este cambio parece difícil de imaginar si estamos a la espera de una dosis de dopamina. Pero también a lo largo de la historia hemos visto situaciones en las que determinadas personas tomaron una decisión que servía al bien mayor de su comunidad, en lugar de sucumbir ante el encanto del placer a corto plazo o del beneficio económico. Podemos empezar con pequeños cambios y disfrutar del presente y poco a poco nuestra bioquímica se transformará. De esta forma nuestro propio cambio ayudará a transformar nuestra voraz e insaciable sociedad.

La transformación global debe provenir de un cambio profundo en nuestra manera de pensar, y por lo tanto, mahatma gandhien nuestra bioquímica cerebral, esto influirá poderosamente en nuestra manera de actuar en el mundo. Por este motivo, acercarnos hacia modos de vida sostenibles, que estén en armonía con la naturaleza es algo que requiere una transformación real de las personas, una transformación que debe tener lugar en nuestras entrañas, en nuestra propia piel. Tenemos que cambiar nuestra bioquímica cerebral, nuestra adicción a la dopamina y así se transformará el mundo. Como dijo Mahatma gandhi: «Se tú el cambio que quieres ver en el mundo».

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

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PLANTAS MAESTRAS. Guía de uso de enteógenos

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EL MIEDO, ESTRUCTURA DEL EGO

EL MIEDO, ESTRUCTURA DEL EGO

El miedo, estructura del ego y su disolución psicodélica

El ego surge y se estructura sobre la base del miedo: miedo a ser herido, miedo a la pobreza, miedo a la insignificancia. La supervivencia y la autodefensa han desarrollado intrincados mecanismos psicológicos que perduran aun en nuestra vida moderna: represión, proyección, negación… Así, el ego se alimenta de racionalidad, control y juicios, estableciendo límites que nos separan de los demás y crean una sensación constante de alerta y estrés.
Esta arquitectura interna, construida para protegernos, termina siendo una prisión invisible, impidiendo el acceso a relaciones profundas, a la expresión de nuestros dones y a la experimentación auténtica de la vida. Irónicamente, al ceder a nuestros miedos, reforzamos aquello mismo que queremos evitar, repitiendo patrones y evitando el crecimiento.

 

Psicodélicos: herramientas para la disolución del ego

Aquí es donde los psicodélicos adquieren relevancia terapéutica y existencial. Desde tiempos milenarios, las plantas maestras han sido utilizadas por diversas culturas para abrir puertas de percepción y conectar con nuestra brújula interna, ese “sistema de navegación del alma” que intenta orientarnos hacia nuestro mayor bienestar y plenitud. En estados profundos de expansión de conciencia inducidos por psicodélicos, las barreras rígidas del ego se suavizan. Los mecanismos de defensa quedan expuestos o pierden fuerza, permitiendo la integración de partes reprimidas y el acceso a estados de mayor autenticidad y conexión.
La experiencia psicodélica pone en evidencia los automatismos del ego: observamos con claridad nuestros rechazos y apegos, los patrones repetitivos y las creencias limitantes. Hay una oportunidad única de ver el “cuadro completo”, aceptar lo que realmente hay, y resignificar el miedo como una guía para el desarrollo personal. Este proceso no es necesariamente cómodo: requiere coraje y disposición para afrontar los propios fantasmas, pero es precisamente ese desafío el que permite la transformación.

 

La integración psicodélica y el desarrollo humano

El trabajo con psicodélicos, cuando es consciente y acompañado de un proceso de integración, no solo permite ver de frente las estructuras de defensa del ego, sino que ofrece el potencial para desarticularlas. A diferencia del autoanálisis tradicional, los estados ampliados de conciencia facilitan la exploración de terrenos psíquicos difíciles de alcanzar por vías racionales. El resultado es una mayor flexibilidad interna, apertura a la novedad y capacidad para establecer relaciones más genuinas con uno mismo y con los demás.
El desafío, una vez finalizada la experiencia, es integrar las enseñanzas en la vida cotidiana. Muchas filosofías contemplativas y tradiciones ancestrales, como el budismo y el taoísmo, han señalado la importancia de asumir la responsabilidad por nuestras decisiones y mantenernos presentes ante las oportunidades de crecimiento. El trabajo psicodélico contemporáneo coincide con estas enseñanzas al enfatizar la importancia de la integración: observar, aceptar, actuar con honestidad e impecabilidad, y elegir el camino que conduce a la libertad y la autenticidad.

 

Simplicidad y naturaleza: la ley básica del universo

En la visión psicodélica, la liberación del miedo y la disolución de los límites egoicos revelan que todo es flujo y armonía, que nada está realmente separado. La naturaleza opera siguiendo principios de economía y equilibrio, y el universo no desperdicia nada: cada experiencia y desafío tiene un propósito. Como muy bien expresa Joseph Slim en su libro EL ESPEJO PSICODÉLICO, si traspasamos nuestros miedos y barreras egoicas, podemos experimentar la unidad profunda con el Tao y con toda la existencia.

 

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

 

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El camino del psiconauta - Stanislav Grof

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PLANTAS MAESTRAS. Guía de uso de enteógenos

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PSICODÉLICOS, LABERINTOS Y MINOTAUROS

PSICODÉLICOS, LABERINTOS Y MINOTAUROS

El laberinto que hemos creado

La identificación con la mente produce un opaco muro de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera percepción de la realidad. Ese muro se interpone entre tú y tú esencia, entre tú y tú prójimo, entre tú y la naturaleza, entre tú y lo divino; ese muro crea la ilusión de separación, la ilusión de que tú y lo «otro» estáis totalmente separados. Así se te olvida el hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, eres uno con toda la Creación. La libertad comienza cuando el muro desaparece, cuando la mente se aquieta y da paso a niveles más profundos de conciencia y la realidad se percibe directamente. Este muro es una estructura férrea, petrificada en el tiempo y consensuada por la sociedad que la fomenta. Es el resultado de años y años de estructurar, interpretar y definir la realidad que vivimos. Estos muros forman un intrincado y complejo laberinto que con el tiempo van encerrando al individuo y distanciándolo de su Ser. Pero utilizando el hilo de Ariadna adecuado, se puede uno liberar y salir fuera de sus asfixiantes muros del ego. Este vetusto laberinto contiene entre sus paredes al terrible Minotauro. Esa criatura mítica que habita encerrada entre los muros mentales que construimos día a día y que está formada por la sombra psicológica.

 

La sombra psicológica

La sombra son todas las emociones, deseos y creencias reprimidas, ocultas y olvidadas en lo más profundo del laberinto que se han ido tornando monstruosas e inaceptables. Cuando el pensamiento se aquieta, se experimenta una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente», este es el sendero o hilo de Ariadna que conduce a la libertad, al estado de Verdadera Naturaleza o rigpa. En este estado se desidentifica uno de todo el aparataje mental. En este estado se produce la conexión interna y se está más despierto y lúcido que en el estado de identificación mental habitual. Uno está plenamente presente experimentando el Aquí y Ahora con toda su plenitud. El hecho de disolver los muros hace que aparezca el temido y hasta entonces oculto Minotauro personal. Esta parte de nosotros ha de ser vivida para que se integre y se experimente la libertad total en el Aquí y Ahora. De esta manera recuperamos todo nuestro potencial como individuos sin un lastre oculto dentro de nosotros que sirva para crear muros que nos impida vivir en armonía con todo cuanto nos rodea. Esto nos conduce hacia la trascendencia de nuestra propia ceguera, hacia un estado de claridad y a la vivencia de una conciencia más allá de los límites autoimpuestos por nosotros mismos en el pasado.

 

Disolviendo los muros de la mente

Hay muchas técnicas para conseguir poco a poco llegar a dicho estado trascendente. Desde la meditación zen, el budismo vajrayana, el shaivismo de Kachemir, las danzas sufies, etc. Todas estas técnicas van disolviendo los muros lentamente permitiendo ir integrando al escurridizo Minotauro. Pero hay una herramienta muy poderosa para disolver el muro y encarar nuestra sombra muy rápidamente, se trata de los enteógenos. Los enteógenos son una de las herramientas naturales más poderosas para derribar los muros de la mente. Utilizados desde hace milenios por el ser humano para conseguir estados trascendentes y traspasar las barreras de la mente. Han recibido gran número de nombres: plantas maestras, plantas de los dioses, plantas sagradas, plantas de poder, plantas mágicas, plantas luminosas, plantas visionarias, plantas de luz, plantas alucinógenas, plantas enteógenas, plantas psicotrópicas, etc. Los enteógenos son sustancias de origen vegetal que contienen alcaloides, moléculas muy similares e incluso algunas exactamente idénticas a los neurotransmisores que produce el cerebro humano (como el DMT). Los alcaloides actúan directamente en el sistema nervioso y endocrino produciendo determinados y complejos cambios bioquímicos relacionados con nuestra forma de pensar, sentir y percibir. Cuando ampliamos la conciencia por medio de los enteógenos, estos nos ayudan a disolver las barreras mentales, las creencias y las actitudes defensivas que nos mantienen identificados con una máscara superficial e irreal frente al mundo. El laberinto de la mente delimita el espacio y el tiempo, nos mantiene atrapados entre sus sólidos límites filtrando la realidad y empobreciendo nuestras vidas. Esto produce una preocupación interminable por el pasado y el futuro, y una falta de disposición a experimentar y reconocer el momento presente y permitir que sea tal cual es. La neurosis surge porque el pasado te da una identidad y el futuro contiene expectativas de algún tipo. Ambas son poderosas ilusiones.

 

Los psicodélicos y el hilo de Ariadna

Los enteógenos actúan como el hilo de Ariadna que nos saca de la dimensión temporal y nos conducen a experimentar el eterno presente -el Aquí y Ahora- y ayudan a conocer nuestra esencia o verdadera identidad. Nos llevan directamente a la entrega y a la rendición plena a lo que está profundamente oculto en nuestro interior. Nos incitan a confiar en que nuestro Ser Verdadero que está más allá de la mente y trasciende todos sus laberínticos pasajes y sus terribles Minotauros. Con el tiempo, este encuentro con la esencia interna o Ser Verdadero que nos brindan los enteógenos se irá manifestando en lo cotidiano. Lentamente descubriremos como estamos unidos a todo cuanto nos rodea y que toda etiqueta, división o juicio es un producto de la mente para encasillarnos en una realidad ya establecida y consensuada. Poco a poco el Ser Verdadero va impregnando todos los actos de nuestra vida dándonos la seguridad y confianza de que todo está perfecto viviendo el Aquí y Ahora con toda su plenitud. Gracias al correcto uso de los enteógenos (yo recomiendo su uso siempre bajo la guía de una persona experta) podemos aprender a vivir en armonía fuera del laberinto en la libertad total.  

JOSÉ LUIS LÓPEZ DEÑGADO

 

LIBROS PARA PSICONAUTAS

El camino del psiconauta - Stanislav Grof

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PLANTAS MAESTRAS. Guía de uso de enteógenos

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CONCIENCIA Y REALIDAD | LA ILUSIÓN DE MAYA

CONCIENCIA Y REALIDAD | LA ILUSIÓN DE MAYA

Conciencia y realidad son simultáneas. Siendo la conciencia la contenedora y creadora de la realidad que experimentamos. Nuestras suposiciones cotidianas sobre la naturaleza de la realidad son de gran utilidad a la hora de interactuar y desenvolvernos en el entorno que nos rodea. Pero en nuestro intento de lograr una percepción estable, continuamente hacemos una interpretación del mundo que nos rodea, reduciendo nuestra conciencia. Establecemos un diálogo interno: un discurso ininterrumpido para reafirmar la realidad tal cual la percibimos. Pero estas concepciones constituyen con frecuencia infranqueables barreras que obstaculizan otras formas de interpretación o percepción de la realidad, formas que pueden conducirnos a la posibilidad de ampliar nuestra conciencia a otros niveles muy diferentes del cotidiano. Desde el orden social, en un amplio abanico que se despliega desde lo institucional y lo colectivo hasta lo familiar y lo individual, nos imponen, y nos imponemos a nosotros mismos también, límites para crear un marco de estabilidad en el que desenvolvernos, actuando por lo tanto dentro de dichos límites impuestos. Así establecemos los parámetros de una realidad fija, sólida y tangible. Si un objeto o una determinada percepción no encajan en nuestro conjunto de categorías impuestas tendemos a ignorarlo, hasta el punto de negar su existencia. Vivimos así con la conciencia limitada por nuestras creencias y pensamientos condicionados. Y nos resulta muy difícil alterar o cambiar nuestras suposiciones, aun cuando se nos presenten evidencias contundentes. Para poder lograr un cierto grado de estabilidad en nuestra apreciación del mundo tenemos que pagar un precio: una ceguera cognitiva o perceptiva respecto a ciertos aspectos de la realidad, manteniendo en consecuencia una gran resistencia tanto a nueva información como al modo de percibirla. En definitiva, sólo reconocemos aquello que ya estamos preparados para ver.

 

EL ESPECTRO DE LA LUZ

Mantenemos la creencia de que todo cuanto nos rodea es tal cual lo percibimos y de que, además, sólo existe eso mismo que percibimos. Compartimos la realidad con nuestros semejantes, con nuestros animales de compañía y con las plantas. Pero, ¿acaso un gato no tiene un espectro audible muchísimo mayor que el del oído humano, que se encuentra entre los 16 y 22.000 hertzios? El ojo humano carece de sensibilidad para captar longitudes de onda inferiores a 380 nanómetros y superiores a los 780. En consecuencia sólo reconocemos los colores correspondientes a la banda del espectro de la luz blanca, y lo que está fuera de ella constituye un mundo oculto que se escapa a nuestra percepción. Del abrumador exceso de información que recibimos en cada momento, realizamos una selección a través de los sentidos, que ejercen un proceso de filtrado con múltiples niveles y que, principalmente, sólo dejan pasar aquellos estímulos relacionados con la supervivencia y a los que solemos prestar mayor atención. A partir de esa información ya filtrada procedemos a elaborar, a consensuar un concepto de realidad estable. Para que tenga sentido esta información, que se origina del aparente e incomprensible caos y del abrumador exceso perceptivo, nuestros órganos de los sentidos captan tan solo la parte de la información que el encéfalo puede modificar y clasificar con facilidad. Este conjunto de inputs, de datos sensoriales, se coteja con la memoria de experiencias anteriores y con las expectativas futuras hasta que, finalmente, nuestro espectro de conciencia es construido como  «la mejor suposición» sobre la realidad.

 

LA DIVISIÓN DE LA REALIDAD

Esta realidad que interpretamos como la única posible se designa como el tonal en la filosofía tolteca descrita por Carlos Castaneda, mientras que la realidad no ordinaria, desconocida, se designa como el nagual. Para los brujos toltecas la conciencia en toda su plenitud abarcaría tanto el tonal como el nagual; y a medida que se expande nuestra conciencia hacia esa conciencia total, lo que se va revelando del nagual se va convirtiendo en lo conocido e incluso cotidiano: el nagual y el tonal pasan a unificarse en una conciencia superior. Debemos reparar constantemente en el hecho de que no percibimos todo cuanto nos rodea —ya sea en el campo visual, auditivo o a través de cualquiera del resto de sentidos de que disponemos— sino sólo una pequeña parte. Por lo tanto el nagual, como realidad no percibida habitualmente por los sentidos, nos resulta en principio inexistente por desconocido. Pero no sólo en la filosofía tolteca encontramos estas divisiones o niveles de la realidad. La mayoría de las culturas ancestrales, determinadas religiones y gran número de filosofías esotéricas afirman también que existen otros muchos niveles del mundo, intercomunicados y superpuestos al nuestro. También nos enseñan que dichos planos son accesibles, que podemos percibirlos con determinadas herramientas, en determinados contextos o recibiendo un entrenamiento adecuado. De hecho, para poder experimentar dichos planos tan sólo debemos modificar nuestro estado de conciencia habitual. Al cambiar nuestro estado de conciencia, como si del dial de una radio se tratase, podremos percibir otros niveles de la realidad que jamás hubiéramos sospechado que existían. Al modificar la conciencia podemos percibir niveles de la realidad que antes nos resultaban prácticamente invisibles.  

 

LA ILUSIÓN DE MAYA

Normalmente consideramos a los sentidos como nuestras  «ventanas» al mundo pero, aunque resulte válida, esta concepción no es del todo cierta, teniendo en cuenta que una de las funciones principales de los sistemas sensoriales consiste precisamente en descartar la información considerada inútil e irrelevante para la supervivencia; por lo tanto, sería más exacto denominar a los sentidos como las  «ventanas con persianas» o  «válvulas graduables» que se encargan de protegernos de la abrumadora masa de estímulos que no son prácticos para la vida diaria. La filosofía hindú designa con el término maya a la ilusión de creer que el mundo es tal como lo percibimos, ilusión en la que vivimos en vez de comprender que aquello que tomamos por realidad tan sólo son conceptos creados por nuestra mente discursiva, que moldean y dan forma a la realidad que percibimos. El Sâmkhya-Yoga considera la liberación de maya como un «despertar». El ser despierto por excelencia, el Buda, posee la conciencia absoluta: aquel que ha alcanzado la iluminación. Cuando la conciencia abarca toda su totalidad se vuelve consciente del lado oculto del Ser y, por lo tanto, al poder «verlo», éste se considera «iluminado». Es el estado de iluminación o estado de budeidad, considerado en el budismo como un logro a ser alcanzado por cualquier persona que quiera evolucionar. El hinduismo sostiene así que todas las formas y estructuras que nos rodean son creadas por la mente humana bajo el hechizo de maya, y considera que conceder un significado veraz a estas percepciones es una ilusión o espejismo. Esta ilusión se conoce como avidya —ignorancia,— y se considera un estado mental de ceguera o confusión que se debe superar. A causa de esta ignorancia dividimos el mundo en parcelas individuales y separadas, intentando confinar de este modo el fluir de la realidad en categorías fijas o determinadas, creadas por la mente racional. Mantenemos nuestro concepto del «yo» como algo separado de los demás y de todo cuanto nos rodea; y desde este «yo» cada sujeto se considera a sí mismo como individuo único y diferente del resto, teniendo las “ventanas” prácticamente cerradas ante la verdadera realidad.

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

 

LIBROS PARA PSICONAUTAS

El camino del psiconauta - Stanislav Grof

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PLANTAS MAESTRAS. Guía de uso de enteógenos

Libro: PLANTAS MAESTRAS: Guía de uso de enteógenos
Autor: José Luis López Delgado

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LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

La mayoría de las personas no suelen pensar en las experiencias oscuras, terroríficas o caóticas como transformadoras, y sin embargo, muy a menudo sí lo son. En algunas ocasiones, determinadas visiones estremecedoras, estados de terror o un dolor profundo y devastador, son formas de estados alterados de conciencia de carácter transpersonal y espiritual. Son sólo nuestros prejuicios, estereotipos y fantasías los que nos dicen que las experiencias místicas son todas brillantes, gozosas y extáticas. En ocasiones dichas experiencias de los inframundos van acompañadas de notables cambios en la vida del propio individuo y pueden producir importantes estados de claridad. Pueden ofrecer una comprensión profunda del sufrimiento, la impermanencia y la muerte, entre muchas otras cosas. El hecho es que esos encuentros infernales, en muchas ocasiones no son tan diferentes de otras formas de experiencia mística, tal y como muestran las enseñanzas del Bardo en la tradición vajrayana del budismo tibetano. San Juan de la Cruz escribió una guía extraordinaria, cuyo título dio nombre a estas experiencias: La Noche Oscura del Alma.

 

La noche oscura del alma

Sin embargo, las noches oscuras también contienen luz al igual que detrás de las nubes brillan las estrellas. Ya sea que se experimente un abismo o una total desolación, es momento de esperar, y confiar en que lo inevitable del cambio, a medida que se desarrolle, traerá alivio, toma de conciencia y un nuevo sentido. La voluntad de aceptar el dolor o lo que nuestros prejuicios rechazan facilita la transformación y la reestructuración: El proceso autopoiético. En las noches oscuras tú puedes sentir que experimentas una especie de muerte o desintegración, dado que tu identidad (lo que crees que eres) o tu forma de ver la vida comienzan a ser obsoletas. Se abre un espacio entre lo que ha sido y lo que será. Este espacio puede parecer caótico, pero las teorías contemporáneas sobre la física del caos reconocen el potencial de transformación que tiene. Si se deja fluir al caos, sin interferencias, terminará apareciendo un nuevo orden. El miedo puede surgir en cualquier momento, pero es cuando uno se acerca a un cambio de nivel cuando suele surgir con mayor intensidad y se vive un momento crítico.

Es normal que en un estado de trance donde se amplifican las emociones, el miedo se experimente muy exageradamente, ya que cada paso de nivel puede vivirse como una pequeña muerte. Cada trauma, bloqueo o herida emocional adquirido a lo largo de la vida son un síntoma reiterado del dolor que nos produjo la separación de la Unidad, de lo divino, y que resuena desde el momento en que nacemos. Y son estos mismos síntomas los que empujan a la persona al encuentro o búsqueda de lo sagrado. Son los síntomas los que nos orientan hacia un proceso de muerte y renacimiento, que una vez consumado produce una integración y clarificación de la experiencia y de la misma vida. Son ellos la voz de la sanación. La raíz del miedo es el dolor primordial de la humanidad que se manifiesta en las personas de muy distintas maneras, siendo provocado por la ilusión de separación de la Unidad o Flujo Universal.

Esta sensación de separación es muy dolorosa y desoladora y provoca un intenso terror. Este miedo va estructurando toda la personalidad el ego que huye del encuentro con la esencia del Ser, donde se restablece la conciencia de unidad. Cuando se conecta con la esencia del Ser uno se da cuenta de que no está solo y  nunca lo ha estado. En ese instante el miedo desaparece y el ego se sana, siendo un paso necesario para la expresión del Flujo Universal o Espíritu. Este dolor ancestral se manifiesta en varios tipos de miedo. Todos los miedos son «la caída», o sea la separación de lo divino, el principio del ego, la individualidad y el instinto de supervivencia y el despliegue de todos sus mecanismos de defensa psíquicos.

 

JOSÉ LUIS LÓPEZ DELGADO

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